La verdad pensé que el camino sería más difícil, que me llenaría de dudas y terminaría sucumbiendo y regresando a la falsa idea de que el color del pelo es señal de juventud.
La semana entrante se cumplen seis meses de mi última coloración. Qué gran alivio he sentido al no tener que esconder mis canas, teniendo que apartar días específicos y sufrir los efectos en tiempo y dinero para pintarme el pelo. Hoy puedo decir que eso pasó a la historia.
En fin, aquí les comparto unas fotos en donde pueden ver el blanco en algunas partes y el gris en otras; antes pensaba que la textura de una cabellera canosa sería áspera, sin embargo, mi pelo natural es suave y aunque no lo crean, ¡brillante!.
Para todas aquellas que quieran dejar el esclavizante tinte, les aseguro que la transición no es tan difícil, lo único que se necesita es perseverancia, seguridad, y sobre todo ganas de sentir, a estas alturas de la vida, libertad.
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